Esta tarde de sol que no calienta, de viento que no refresca, de luz que no alumbra. Siento como nunca la cárcel de mis perpetuas sombras. Hoy añoro lo que ya no recuerdo, porque preferí olvidar. Hoy necesito lo que no quiero reclamar. Hoy, que seguramente es igual que ayer, siento un abandono más notable..., más dañino, más real.
Hoy me estremecí al percibir lo inútil de las mantas que a mí misma no proporciono para el frío apaciguar. Hoy, de pronto sentí... que no tiene remedio mi soledad; que mi jazmín no tiene abono ni jardín; que nada ni nadie puede alimentar una vida de hambre perpetua, de hambre sin fin. Hoy, un día cualquiera de verano... me arde el pecho, me duele el dolor, me hundo en el vacío, zambullo en el sopor del abandono por la lucha contra el refugio del pasado; contra mis ganas por vivir, contra los troncos dolidos del bosque de mis sentimientos.
Hoy, dolida... sé que lo peor de mí es, posiblemente, lo mejor que hay en tí. Hoy volvieron a bañar mis tristes mejillas lágrimas de desconsuelo, de decepción, de certeza de lo que viví en un habitáculo sin consuelo, lugar de ensueño donde los pies no encuentran suelo.
Hoy, ante tu indiferencia a mis angustias, comprobé que la lección más difícil de tus asignaturas... ¡aún no la aprendí! Hoy sé de mí... que debo desarraigarme de tú. Hoy me escurren por mis mejillas todas las lluvias del año en que amanecí... ¡cuando abortar mi nacer debí! Hoy reclamo un atardecer urgente a este mar que yo no sé, si tú sabes, si amanece o el ocaso aparece. ¡Adió, labrador de mi mente, horno de mis panes..., jardinero de mi jardín! Geles Calderón (10-08-2008)
Piel de ébano, sonrisa de luna,
bocado para cuerpo de larga hambruna.
Maestro de placeres inventados,
anfitrión de mis lascivos pecados.
Cuerpos tomé y cuerpos me tomaron,
pero nunca una piel tan suave...
¡se deslizó bajo el goce de mis manos!
Deseo que galopa en mis entrañas
robándome quietudes de cordura,
inventándome en tu piel mil hazañas,
dejándome atrapar por la locura.
Tan abundante y firme es mi fuerza
que huyó el temor y eché a dormir el miedo,
te abrí las puertas de mi fortaleza
y ungí mi piel con óleos de tu cielo.
Atrapado en la llama de mi cirio
se tiñen mis mejillas de deseo,
buscándote en los triunfos del delirio
hallándote y quemándome en tu fuego.
Pues tú eres mi última voluntad,
el vino de la vida, del que bebo;
mi horizonte, mi calma, mi libertad,
“casualidad” a la que mi fervor debo.
Nada muere donde nada existe
ni nada nace donde nada vive,
y tú..., tú que en inhumano gesto
abrasaste mi pétreo hielo
y helaste mi perpetuo fuego,
hoy vuelves como un dios menor
a buscar, entre los escombros,
la estrella que un día alumbró tu reino.
Como un niño desnudo fluyes
de los manantiales de mis recuerdos.
Pero lloré tus aguas por tan largo tiempo...
¡que la tristeza lamió las legañas
de mi amor por lo que creí lo más sagrado!
Amor que por mis venas navegaste
sin veto de llegada a todos mis puertos.
Amor que cobijé sin condiciones,
hoy lamento haberte amado tanto,
porque fuiste humo de un hogar imaginario.
Y aunque te quiero sin condiciones,
hoy miro hacia otro lado
intentando olvidar tu haz de luz...
¡entre las sombras por las que yazgo!
“UNICO REZO...” (relato)(10-08-09) “No importa quien seas. Si existes, pondré sobre ti mis manos para que seas mi poema........” No podía concentrarse en la lectura. Una y otra vez su mente volaba hasta el primer encuentro de unos ojos claros con otros verde oliva de miel empañados. Dos miradas entrándose despacio dando paso al primero del resto de unos besos apasionados.
Fueron dos sueños al encuentro, dos sentimientos enlazados.
Hasta entonces, la curva de su cintura gritaba ausencias de abrazo, pero él acalló los silenciosos lamentos al rodearla con sus amorosos brazos. Y en el corto camino hacia el hotel, fueron una sola sonrisa y un beso largo empapado de gloria, preludio de un día infinito en el que se amaron sin recato.
Sus pieles desnudas se bendecían con el placer de sus bocas recorriéndose despacio. Labios separándose. Lenguas ensalivadas entrando y recibiéndose. Un baile de humedades compartidas... Se olían, se saboreaban reconociéndose y renaciendo, sus pieles huérfanas, a cada beso y abrazo. Se herían de placer hasta lastimarse de amor las entrañas. En sus bocas deshechas y rehechas: besos naufragando y sobreviviendo en sus salivas empapados, mientras sus caricias benditas los elevaban a un cielo de placer desconocido, en el que el único rezo era: rogar para, de amor, ¡no morir agonizando!
Ella sentía cómo su pubis retraído reflejaba su infinita solicitud, latiendo, entre sus pliegues, sus ganas cansadas. En sus ojos: ¡entrega! En sus bocas: ¡encuentro! Sus cuerpos: ¡desmadejados nadando entre las olas de aquel amor tan deseado!
Orgasmo bajo sus pieles. Fuego y sueño sin nombre...
Él la sintió temblar y romperse en sus brazos como una “Niña” desvalida.
Habían permanecido unidos en esa comunión que da la íntima fatiga de un amor saciado. ¡Principio y fin... inacabados!
Ilusa mujer que soñó con una segunda oportunidad para nacer -
Autodidacta que utiliza la escritura y la pintura para completarse -
Defensora de causas perdidas (entre otros 'defectos') -
Fiel al corazón e infiel a la razón, que cambió el orden de los sustantivos en alguna equivocada ocasión -
Llena de nada de aquellos "todos", donde hubo muchos "cuándos" sin importar "dónde"...
- Muy agradecida a todos los que, al visitarme, me dediquen un instante de sus valiosas vidas para leerme y dejarme su impresión por escrito -