"YO PARA TÍ, PARA MÍ TÚ" - (Voz y letra de Geles Calderón)

"¡QUÉ IMPORTA!" - (Voz y letra de Geles Calderón)

"SONETO DEL AÑIL RECUERDO" - (Letra de Geles Calderón - Voz de Miki)

"NO ME IMPORTAS" - (Letra de Geles Calderón - Voz de Miki)

"¡QUIÉN SABE!" - Poema de Geles Calderón - voz: Bea Salas

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29 de noviembre de 2009

"TU MINUTO" (soneto) autora: Geles Calderón



“TU MINUTO”soneto
 (Nº 317) (10-01-04)




Me diste un minuto, la tarde aquella,
provocando tormenta que aún resuena
entre las arterias de mi condena.
Tu voz… ¿cómo pude vivir sin ella?

Mi nombre en tu boca: ¡rima tan bella!
Tu minuto, fue: ¡calibre a mi vena!
Tu risa: ¡cura final a mi pena!
Tu roce... ¡ruta directa a mi estrella!

Añoro aquel azul minuto de arte,
y rubrico mi nombre bajo un nudo
con mi sangre, para que a ti yo me ate.

Fue tal la dimensión al celebrarte
y el trazo de tu imagen tan agudo
¡que convertí en mi vicio, recordarte!




Geles Calderón
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20 de noviembre de 2009

"SIN QUEJIDO" (soneto) autora: Geles Calderón




“SIN QUEJIDO”
(soneto)
(Nº 307) (12-12-03)


Cuando el látigo lance su chasquido
sobre la carne herida de su alma
sucumbirá ante la muerte con calma
dejándose engullir sin más quejido.

Llevará su amor junto con su olvido
a las tinieblas de la eterna noche,
donde nunca su amor oirá reproche
de estarle amando y haberle perdido.

Con cemento y metal sellará el nido
que cobijó su amor en otro tiempo
nutriendo su dicha de haber vivido.

Ya se va de su insípido aposento
a morir en el valle del olvido
lugar de abandono… y morir lento.


Geles Calderón

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17 de noviembre de 2009

"DICES QUE SOY FUEGO" (soneto) autora: Geles Calderón



“DICES QUE SOY FUEGO”
soneto
(Nº 052) (13-02-02)

Me defines como fuego que abrasa
cuando entre tus brazos me estoy perdiendo
como volcán vivo para ti ardiendo
que a la vez que palpita todo arrasa.

Es que para mí tus labios son brasa
y a la vez soplo de viento a mi fuego,
por eso a tu ardor y a tu piel me entrego
sabiendo lo que entre tú y yo pasa.

Pero fue tan poco lo que yo te di
y fue tanto lo que tú me entregabas...
que tu viento tornó a ardiente fuego,

y con esa llama que hoy te abrasa,
yo vivo el recuerdo de nuestro juego,
¡juegos de amor... en que tú me gozabas!


Geles Calderón

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12 de noviembre de 2009

"AÑOS PROVISIONALES" autora: Geles Calderón





“AÑOS PROVISIONALES”
(Nº 412) (09-10-05)

Años de tejido de calceta,
de puntadas de ida y vuelta,
de sentirme como miga
que de tarta de banquete
fue a parar a la loseta.
Años de haberme ido
sin haber llegado,
con las manos heridas
por aferrarme a un recuerdo
de un te amo del pasado.
Años provisionales,
años de exigencias,
años de perdídas edades.
Años de palabra escasa
para mi sed y mi hambre.
Años de hilo fino
para roto grande,
de zurcir tejido ajeno
con las hebras de mi alma
y teñidas con mi sangre.
Años sin luz,
de sentirme ángel bastardo,
años de edad que dormía,
de transeúntes ignorados.
Años de trenes perdidos,
de suponer un suponiendo
con el mañana dependiendo
de un hoy que de ayer dependía.
Años de caligrafía perfecta
en papel olvidado
en el fondo de la maleta.
Adecuados pasos en línea recta,
ni un tono más bajo,
ni uno más alto por si molesta.
Años provisionales...,
años de reloj atrasado,
años… ¡tirados en la cuneta!



Geles Calderón


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"MAÑANA PODRÍA SER TARDE..." (sueño) autora: Geles Calderón



“MAÑANA PODRIA SER TARDE...”(sueño)


Estaba yo con mi hija y con todos sus amigos/as en un edificio. Formaba parte del grupo.
Estaba muy ocupada ordenando cosas.

De pronto uno de sus amigos, en medio de todo aquel ajetreo, vino hacia mi con una sonrisa en su rostro y me regaló un par de pendientes en forma de estrella con cristalitos rojos muy bonitos, aunque un poco ostentosos para mi estilo, pero ideales para una ocasión especial. Le agradecí su espontáneo regalo y seguí haciendo cosas, esta vez lo que hacía era "mi equipaje", pero me faltaba una prenda que yo buscaba con empeño, se trataba de mi sujetador preferido, uno de color negro.
En esto que, de nuevo, esa persona se acerca con algo para mi. Esta vez era un "corset" de fino encaje rojo, muy delicado y bonito. Yo, extrañada, le pregunté: "¿por qué me regalas todo esto hoy?"... a lo que él me respondió, de la manera más tierna y natural: -"Porque mañana podría ser tarde para que estrenes algo bonito!" ... Cuando oí eso, rompí a llorar.

(Sueños con finales "húmedos", los míos, pero de una humedad... menos gozosa!)


Geles Calderón
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10 de noviembre de 2009

"CADA SIETE DIAS..." autora: Geles Calderón



“CADA SIETE DÍAS...”
(Nº607) (08-11-09)

Ella despertó temprano. Sola en su lecho, como cada día.
Encendió la televisión para ver, como de costumbre, a primera hora las noticias, pero esa mañana su mente volaba a unos cientos de kilómetros, donde las aguas mediterráneas bañan otras pieles ignorando la ausencia de la suya.
Mientras ella se pierde, con los ojos entornados, en su ensoñación, su esposo duerme en una contigua habitación. Antiguos motivos, desde hacía más de dos décadas, determinaron que así fuera esa situación.
Pero algo la sacó de su ensimismamiento. Abre los ojos. Oye los pasos de su marido, se está acercando a su dormitorio. La puerta se abre con delicadeza y él aparece frente a ella con una flor de jazmín entre sus dedos, recién recolectada del jardín de la casa. Se lo entrega junto con un “buenos días” y un leve beso que apenas roza la comisura de sus labios. Se descalza, acomoda sobre un extremo de la almohada uno de los dos grandes cojines que reposan sobre la alfombra, y se introduce entre las sábanas de la amplia cama en la que ella yace.
Ritual repetido cada siete días… Ella se lo conoce. Nada cambia. Cualquier detalle que en su día pudo ser bello, si cae en rutina, se convierte en invisible, y ella ya no apreciaba la flor, ni su aroma, ni existía la sorpresa de su toc… toc…
Todo era repetitivo: la misma forma a la misma hora; cada gesto, cada movimiento; mismo tono de las mismas palabras que ella ya adivinaba; cada mirada, cada “intención”… y la de su marido era poseerla, hacerla suya… “suya”, ¡qué ironía! Era su esposa, pero él sabía que si alguna vez le perteneció, de “cuándo” ya se olvidó.
Ella no le deseaba. Intentó zafarse con excusas poco convincentes, pero él pacientemente cejaba y volvía a insistir… Sus caricias, aún siendo suaves, a ella la dolían. Lento e interminable ritual de rutina semanal.

Después de torpes intentos de él, y de huidizos labios y abrazos de ella, el “acto” se consume. Pero un instante antes de alcanzar la cumbre, ella recurre a la memoria, y entre sus recuerdos más hermosos de otros besos y otros encuentros deseados… acudió a su llamada de ayuda, su último gran amor malogrado. El rostro de aquel hombre se le apareció fresco y nítido frente a ella, sustituyendo la imagen de su marido. Se le presentó entre burlón y gozoso a modo de flash, ¿para martirizarla? ¡No! ¡Para ayudarla!
Ella podía oler su aroma, y oírle cómo la llamaba de esa forma que nadie nunca la llamó. Podía sentir su empuje viril siempre mirándola a los ojos mientras se poseían con deseo y pasión en amoroso encuentro pleno de imaginación y armonía. Tanto fue así, que su boca casi la traiciona al iniciarse en sus labios, por dos veces, el comienzo del nombre de quien imaginaba dentro de ella, y que luego en susurro terminaría de pronunciar, mientras dos lentas lágrimas resbalaron por sus mejillas.

Así fue como ella consiguió culminar sus reprimidos deseos por otro hombre… ¡entre los brazos de su marido!

Al acabar, tumbada boca arriba, dos nuevas lágrimas silenciosamente resbalaron hacia sus sienes. Cierra los ojos intentando olvidar la imagen de la aparición…
En la televisión que cuelga de la pared frente a su cama, comienza un documental sobre el mundo animal. Los ojos la arden. Su marido se quedó dormido a su derecha. Ella abre los ojos, fija su mirada en la pantalla de su televisor y… un primer plano de los ojos azules de un lobo blanco la miraban… ¡rompió a llorar!

Geles Calderón


3 de noviembre de 2009

"BRILLANTES DE COLOR" (sueño) autora: Geles Calderón






“LOS BRILLANTES DE COLOR”
 (sueño) (03-11-09)

Estoy sola.
Tengo en mi mano un bolígrafo, fino y transparente, sin cargador de tinta.
A mi derecha hay un lienzo en blanco colgado de la pared. No observo más decorado.
Estoy pensando en algo pequeño y brillante, insignificante para todos, importante para mi... No sé bien de qué se trata pero es como si necesitara urgentemente poseer o ver algo con brillo frente a mi.

De pronto veo algo muy pequeño de color verde brillante que sobre ese lienzo que cuelga, blanco impoluto, a mi derecha parece llamarme. Acerco mi bolígrafo sin tinta con intención de tocarlo... Se trata de un brillante verde tallado, extremadamente pequeño, visible sólo a mis ojos. Cuando aproximo el fino bolígrafo vacío sobre él, se adhiere, ante mi sorpresa, al mismo como si de un imán se tratase...
Es extraño... ¿cómo es posible?, pero lo cierto es que yo no dudo en cogerlo y, después de observar su belleza, lo guardo con gran satisfacción por mi parte, y con ganas de observar con atención, a partir de ese instante, todo lo que brille, por pequeño que sea, a mi alrededor.
Este simple propósito me lleva a localizar otro nuevo brillante, pero esta vez es azul y del mismo minúsculo tamaño que el anterior.

Mi alegría va en aumento, no sé como explicarlo, pero mi satisfacción de hallar tan minúsculos brillantes de colores sin importarme su valor... me hace sentir feliz.
Es notable que los brillantitos de tamaño inferior al de una lenteja, significan mucho para mi...

Me muevo del sitio, voy hacia la cocina y allí veo sobre la pared más brillantitos verdes y azules... Paso mi bolígrafo y a modo de imán los adhiere y yo los recojo y guardo con los anteriores, pero al instante y allí mismo donde recogí estos nuevos brillantes, veo varios más. Se van multiplicando para mi... Van siendo demasiados, ya no me caben en la cajita que poseo..
Tanto se multiplican, que el suelo se llena, en el lateral derecho de mi cocina, de esos preciosos cristalitos, sólo que esta vez el color ha cambiado, van perdiendo su brillo...
Ahora ya no brillan, son de un marrón semi opaco.

Salgo de la casa y voy a mi jardín, pero... de pronto allí veo como se multiplican y forman un alargado montón bien definido sobre el césped. Ya no brilla ninguno, son semejantes a cagaditas de ratón: alargados, puntiagudas en ambos extremos, sin brillo y de color marrón. Además, ahora observo que desprenden calor. Allí donde reposan estas “cosas”, el césped está caliente bajo mis pies descalzos...

Me siento mal, aquello ya no es bonito, ni lo deseo, ni sé como acabar con ello...

Despierto angustiada.


Geles Calderón
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