"YO PARA TÍ, PARA MÍ TÚ" - (Voz y letra de Geles Calderón)

"¡QUÉ IMPORTA!" - (Voz y letra de Geles Calderón)

"SONETO DEL AÑIL RECUERDO" - (Letra de Geles Calderón - Voz de Miki)

"NO ME IMPORTAS" - (Letra de Geles Calderón - Voz de Miki)

"¡QUIÉN SABE!" - Poema de Geles Calderón - voz: Bea Salas

.

.

6 de enero de 2011

“ESTA RONDA LA PAGO YO…” autora: Geles Calderón






“ESTA RONDA LA PAGO YO…”

“Nunca tengo la suerte que quiero, pero siempre acabo teniendo la que necesito”

Últimas horas de un año difícil de digerir, y no muy diferente del anterior, pero bondadoso en su adiós, porque antes de acabar me regaló unas horas inolvidables:
Era más de mediodía y aún no almorcé. Acabábamos de llegar de viaje y en mi apartamento no tenía alimentos que llevarme a la boca, así que decido, a pesar de la fuerte lluvia que caía, salir por los alrededores del paseo marítimo, sin rumbo cierto, en busca de un restaurante o bar donde tomar algo sólido y refugiarnos del aguacero que ya había empapado nuestros pies.
Nos detenemos frente a una taberna de aspecto acogedor, donde habría una decena de personas. Tengo apetito, ya son más de las tres de la tarde. Pido al camarero una ración de jamón ibérico y unas copas de buen vino. A los pocos minutos, entra un hombre de rostro gentil, alto, delgado y barba de quince días, de edad similar a la mía. Bajo su brazo y protegido contra su cuerpo, llevaba un estuche de guitarra que, supuestamente, contenía el instrumento, a juzgar por el amor con que cuidaba de no golpearlo.
Cruza ante mí, como buscando con la mirada un lugar donde colocar el maletín sin ser dañado. Por fin decide apoyarlo en un rincón del fondo de la taberna, a la vista pero al resguardo de algún desafortunado golpe.
Mientras sucedía todo esto, no paro de observarle. Le conozco, yo había visto antes aquel rostro: su figura espigada, ágil y lenta, su mueca de sonrisa amable…, todo él ya estuvo en mi retina en alguna ocasión cuando, en alguno de mis viajes anteriores, me crucé con él por el paseo marítimo, incluso alguna vez le vi y escuché cantar en una terraza a orillas del mar, y ya aquel lejano día observé el sentimiento, corazón y fuerza que ponía al interpretar canciones que brotaban de su garganta pero que presentía salían de su corazón, mientras acariciaba su guitarra -cantante que cierra los ojos al cantar, es seguro que supo y sabe amar-.
Aquella vez primera, de meses atrás, en que escuché accidentalmente sus canciones, me atravesó algo más que el pecho...

Pero esta vez le tenía allí, a metro y medio de mi, y le observaba con prudencia.

Se acercó a la barra del bar y después de saludar a los dueños, pidió una cerveza. Bebía solo, pues solo llegó. Saludó también a un muchacho de color que entró a ofrecernos grabaciones piratas de música, y como nadie le compró, el cantante le invitó a una bebida que el joven enseguida aceptó y agradeció. Su gentileza era poco común, o a mi me lo pareció.

El observado se convirtió en observador.

Mientras se llevaba a los labios la cerveza, observaba uno a uno a todos los que estábamos en el bar. Cuando me llegó el turno, me miró, parpadeó, sonrió y me hizo una inclinación leve de cabeza al tiempo que dijo: “¡Salud y feliz año!”, a lo cuál yo correspondí con una sonrisa.
Noté que me miraba con cierta curiosidad, como si se preguntara de qué me conocía, pero no, él a mi no me había visto nunca… o eso era lo que creía yo.
No tardó en acercarse con su copa de cerveza en la mano alzada ofreciéndonos, a mi y mi marido, un brindis navideño. Este hecho es el que dio lugar a una conversación, a un acercamiento.
Le dije que le conocía de vista, de verle con su guitarra en alguna ocasión por la zona. Él me dijo que también le parecía haberme -habernos- visto en alguna ocasión pero no sabía cuando ni donde.
Intercambiamos comentarios divertidos durante unos minutos, nos habló de él y... sus circunstancias. Le hice saber que lo poco que lo había escuchado en alguna de sus actuaciones entre el público, me gustó.

De pronto, se disculpa, deja su cerveza sobre la barra y se aleja. Habla con el dueño del local en tono bajo pero no lo suficiente como para no oírle lo que le dijo: “-¿Te importa que cante con mi guitarra alguna canción a unos amigos?”. Al oírle no pude reprimir una gran emoción que sumado a mi estado de ánimo de esos tiempos, circunstancias y admiración, y no queriendo ser sorprendida con los ojos húmedos, me apresuré a salir a la puerta de la calle a enjugar su humedad en un intento de evitar lo evidente, y así no llamar la atención.
Regresé a mi mesa, y él con la guitarra entre sus manos, me miró de reojo. No, yo aún no estaba preparada y volví a salir a la calle a que me diera un poco el aire y enjugar otra lágrima antes de volver -ahora sí definitivamente- dentro, a ocupar mi sitio.
Ya cuando regresaba, empezó a rasgar suavemente las cuerdas de su guitarra, como si con ese gesto me diera la bienvenida...
....y un bolero salió de su garganta, y luego cantó a Machado, y a Chavela Vargas, a Serrat, canciones italianas...
Le aplaudimos y le aplaudieron.

Le gozamos y le gozaron, y en sus pausas charlamos, o más bien él nos contó parte de su interesante vida: César de nombre, con apellido de una flor muy apreciada por la mujer; hijo de un militar de alto cargo; Úbeda su ciudad natal; sus viajes a Italia, Alemania, Francia y otros países; padre por primera vez a los veinte años; hijos con diferentes mujeres, casado… Decía comer lo justo para nutrirse, sin grandes festines, aunque era conocedor de la buena mesa y del buen vino. De edad, justo un año más que yo… -¿Por qué me resultaba familiar su historia?-. Amigo de Joaquín Sabina cuando eran niños y preadolescentes, nos contó anécdotas de ambos aprendiendo a tocar la guitarra a edad temprana.

Estaba entusiasmado y feliz de saberse escuchado.

Y pagué una segunda ronda, y quiso pagar él una tercera, pero no lo consentimos.
Abrazados cantamos y aplaudimos, y nos sentimos muy bien. Creamos un ambiente entrañable, cálido y amigable. -“¡Un privilegio!”, decía un cliente. -“¡Un regalo inesperado!, decía otro después…

Cuarenta y ocho horas después, una tarde…
volví al mismo lugar a tomarme un café.
Cinco minutos después… llegó él.
¡Qué alegría! ¡Qué cariñoso abrazo recibí de él otra vez!
Volvió a cantarnos con su guitarra. Volvimos a reír.
Volvimos a repetir ronda de cerveza… y de café.
Hicimos amigos nuevos que, como yo,
estaban de paso y vivían en Madrid también.
Nos fotografiaron, nos abrazamos todos,
cantamos y al despedirnos… ¡nos besamos con fe!


César de la Rosa: ¡un artista de Jaén!

Geles Calderón (31-12-10)



.
©Todos los Derechos Reservados_ Obra Protegida

10 comentarios:

  1. Preciosa historia esta que nos relatas, cierto existen el mundo muchas personas como el cantante que acompaña tu narración, personas que son felices con muy poco y que saben compartir esa felicidad con los demas como en te caso y más si encuentran una persona limpia de corazón y grande de humanidad como tú.
    Hubiera sido un privilegio haber compartido algunos de esos momentos y aunque solo sea con el pensamiento ahora me parece los disfruto.
    Que el año que entra te sea tan favorable como ha empezado y te traiga toneladas de felicidad.

    un abrazo.

    jose.

    ResponderEliminar
  2. Mi querido Jose, así es, existen personas muy especiales y de gran valía, con las que nos cruzamos en la vida y en las que muchos no reparan, no se detienen, no 'captan'... Éstas son las que de verdad nos hacen meditar, disfrutar, vernos por dentro, valorar..., creer de nuevo en la humanidad.

    Por otra parte..., Jose, muchas gracias por tu deseo final para el año que acaba de comenzar. Tú sabes que para mi se ha estrenado muy bien, y yo sé lo mucho que te has alegrado por la noticia. La vida al final es justa, y cada cuál tiene lo que se merece.

    Un fuerte abrazo y... recuerda: me has prometido una cosa ;)

    Besos.
    Geles

    ResponderEliminar
  3. Hay personas que son como esquinas en nuestros caminos, que conocerlas nos hace cambiar de rumbo a destinos nunca pensados. Son momentos magicos, sorpresas agradables que la vida nos regala y que nos ayudan a mantener abierta nuestra mente al presente, para no perdernos nada.
    Feliz año Geles, cuidate mucho y sigue escribiendo relatos como este. Chicho.

    ResponderEliminar
  4. Buenos dias.
    Me emociona encontrarme escritos como este.
    Estos momentos de satisfacción solo los dan las personas sensibles.
    Venga... no dejes de contar cosas. Me gusta lo "diferente".
    Besitos.
    Emilio.

    ResponderEliminar
  5. Hola Chicho, ¡qué sorpresa verte por aquí! Míra por donde, en la sobremesa de la penúltima comida familiar, y mientras comentábamos anécdotas de cuando mis hijos competían, uno de ellos que sabe de nuestra antigua amistad, habló de ti y Giorgio y, claro, sabedor de ello, me preguntó por ti. Él sigue siendo un gran admirador de tu hijo, como no podía ser de otra forma...

    Querido Chicho, que la magia perdure, que las esquinas sean las justas y las sorpresas agradables. ¡Nunca cambies!
    El año comemzó bien para mi, esperemos que no sea una compensación de lo que me espera al finalizarlo, y sí por lo anteriormente sufrido.

    ¡¡Suerte para ti y los tuyos!!

    Un fuerte abrazo.
    Geles

    ResponderEliminar
  6. Emilio, sensibilidad frente a sensibilidad: gracias por apreciar lo 'diferente' y... por estar.
    Un beso.

    Geles

    ResponderEliminar
  7. Querida Geles, tengo tanta satisfacion de leerte, siempre sigo tu enlace para leer lo q expones y compartes. GRACIAS AMIGA!!
    Tambien escribo, no tan perfectamente como tu, pero si segura q dejo el corazon en cada letra y cada sentimiento q escribo.
    Besos y gracias una vez mas!

    SU FerZ

    ResponderEliminar
  8. TENGO CELOS DEL GUITARRISTA QUE TE BESO PERO NO TENGO CELOS DE QUE TE LO PASARAS DE RECHUPETE , TE LO MERECES POR SER COMO ERES MARAVILLOSA Y ENCANTADORA "MI ÑIÑA"

    EL DE SIMPRE QUE TE APRECIA,

    MAURI

    ResponderEliminar
  9. SU, amiga, te agradezco tu fidelidad desde hace tantos años que nos conocemos. Te mando un besito cariñoso para tu 'pequeño rey' y dos más para 'sus papis'... Gracias por tu cariño.

    Geles

    ResponderEliminar
  10. MAURI..., jajaja... siempre me haces reír. Cualquiera que te lea se va a pensar lo que no es, pero ¿sabes?, a estas alturas ya me da igual todo.
    Me gustó ese apodo cariñoso de "Mi Niña", me recuerda otros tiempos venturos... Gracias por regalarme un instante feliz.

    Te mando un abrazo y mis mejores deseos para ti.

    Geles

    ResponderEliminar

Muchas gracias por vuestros comentarios, valoro el tiempo que empleáis en leerme y dejarme vuestra opinión. Un abrazo.