"AHORA QUE ME VOY..." (Antigua despedida) (31-12-2004)
Hoy, que el fin de año se despide, cambio el rumbo de todos mis silencios, y al que estuvo a su amor poniendo precios le niego lo que con gratuidad pide. Tu hoy no vale, y el mío decide... que amor que pide a cambio, es de necios, y con lo ahorrado construiré palacios a quien valora y el amor no mide. Pudiendo haber sido tú mi presente... serás mi olvido en el futuro mío de nuestra triste historia, unicamente. Ahí te quedas, que yo me desvío, con lo mejor de ti de antiguamente, y lo nunca más,porque desconfío.
Yo planeaba en oscuro cielo ajeno sin más luz que el brillo de su estrella, sin más roce que el soplo de su aliento, y es que, doble sello sella lo que siento. Y aquí me tienes, derrumbada, creyendo que nada ocurre en vano, mendigando una razón que dé sentido a este engaño. Sueño roto guardado entre buen paño, poetisa con poema inacabado sin amor que valga la pena llorarlo. Boca seca buscando trago largo. Qué sencillo es decir... ¡me marcho! y cerrar la puerta del alma... dando un portazo. Es la sencillez del látigo en mano golpeando sobre cuerpo blando. ¿Qué hago yo aquí? ¿Por qué estoy llorando? ¡Si nunca me quiso! ¡Si me estuvo engañando! A él hoy le interesa mi llanto... como a los desenterrados si está nevando. ¡Que me deje en paz! ¡Que yo nunca le estuve buscando! Que él fue el que vino a mi encuentro, el que a mi puerta estuvo llamando, el que abrió abanico de plateadas plumas a estos ojos que las lágrimas están nublando. ¿Por qué vuelves? ¿Por qué, si no te quieres ir, siempre te estás marchando? Juro que te voy a olvidar aunque para ello... ¡tenga que morir matando! Geles Calderón - (19-12-2002)
Ya no importan las pieles que un día enhebraron abrazos de deseo, ni el mundo aparte que bordaron nuestros sueños que ambos construimos, ni la despeinada virginidad que hubo en nuestros abrazos, ni la sangre de lo depositado, ni las consecuencias de lo no hecho.
No importan los resúmenes apresurados, ni la condena reiterada, ni lo que, siendo lo último, abrochamos lo primero, ni los brazos que me añoraron, ni el lejano intento, ni si es cierta la mañana que día a día te trae a mi corazón de latir incierto.
Ya no importan los imprescindibles, ni el impúdico ardor, ni las promesas, ni el antiguo fervor, ni el último suspiro prohibido, ni la avidez del deseo, ni el reciente olvido, ni lo que cerrando los ojos imaginamos cierto.
Ya no importa si habito el cielo o si el infierno es mi morada, ni el retumbar de mis pasos perdidos, ni si latió al revés la sangre de mis cauces cuando en lo apretado de lo intenso lo que, siendo lo último, abrochamos lo primero.
Ya no importan las consecuencias de navegar hacia atrás cuando debió ser hacia dentro, ni lo que cerrado los ojos imaginamos cierto, ni lo que siendo extraordinario transformamos en cotidiano, ni si tu gaviota anida en mi esquina o en el medio de mi centro.
Ya no importa el agua inútil de regar sobre mojado, ni si desayuno a medianoche o nazco donde he desembocado, ni si busco las respuestas en las preguntas aún por responder, ni si confundo mis mañanas con los sueños de mi ayer.
Ya no importa el alma despeinada cuando el viento sopla en dirección contraria, ni lo que siendo sustantivos convertimos en verbos de forma natural, ni si aún estando ancadenada aún migro a mi reciente pasado con mi cara apenada.
No importa si ando clausurando sentimientos que desparejados caminan perdidos, ni si mi laberinto de renglones andan de inventario. ¡Qué importa la letra que me paró, cuando poseo el abecedario... para seguir escribiendo el resto de todos mis versos a diario!
Sentada en la orilla de mi río contemplo sus aguas calladas, aguas que amimentan mi delirio, que traen a mi oído tus palabras, esas, que sin abrazos me abrazan, palabras que me contaron sosegadas que de nuevo en tus sueños me llevabas. Sentada en la orilla de mi río, pensando en ti esta mañana con deseo de darme a ti, de entregarme en cuerpo y alma. Y es que... te tengo y no te puedo tener, eres mío pero te tiene otra mujer, somos un sueño contínuo que apareció sin tener que aparecer. Pero vivamos este regalo que los dioses nos han entregado, y no intentemos comprender lo incompresible de este querer. Si yo contigo soy feliz y tú conmigo lo eres también... disfrutemos nuestro presente porque el mañana podría ser que desaparezca de repente y tú o yo ya no esté.
¡Vivir nuestras vidas separadas, vivir sin apagar esta llama que nos calienta si no apaga... la soledad de nuestra alma!
mato, muero, vivo, duermo, despierto, sueño, grito, salgo y entro, caigo y vuelo,
sudo, respiro, lucho y me enfrento. ¿Dónde estoy?,
¿por qué no me veo? no me toco, existo, ¿me elevo?, o acaso... ¡vuelo!, ¿Una copa?, no, no bebo.
Soy un regalo, recibo un desprecio.
Camino con los ojos cerrados, te veo y no estás, camino por las nubes. Yo no soy... pero me grito. Te señalo, ¿dónde estás? No existe lo absurdo, soy yo..., ¿no me comprendes?, es porque no respiras. Desnudo mi alma frente a ti, lloro, es por mi, no te apenes, ¡sé tú!, olvida aquella sombra, inspira, no importa el antes.
Revuélcate sobre la tierra,
te espera desde hace siglos,
huélela, aráñala, lámela,
es lo más antiguo bajo tus pies,
es lo más vivo, lo más natural,
lo más necesario para cada ser y tu caudal.
Valora cada mota de polvo, cada rayo de luz
o cada sombra que ella provoca o provocas tú;
tócate, huélete, explórate, conócete,
pero sobre todo: ¡quiérete!,
nadie lo hará como lo haces tú,
¿qué no te quieres?, entonces estás perdido,
Sólo existes atrapado en la maraña que tejiste
sin saber que creabas tu propia tumba antes de morir,
antes de que te lloren -si te lloran-
cuando tu cuerpo empiece a pudrirse,
pero aún lates, bombea ese órgano -a veces maldito-
que yace dentro de tu pecho,
óyelo, siéntelo, se acelera, se hace notar,
te llama, tiene vida propia,
¡qué ‘sin sentido’ es decir esto!
porque sin él... tú estás perdido, sin encuentro.
Alza tus brazos al Universo,
toca lo infinito con tu imaginación,
salta, corre con todas tus fuerzas detrás de tu sombra
para que no te arrebate el segundo puesto,
¿el primero?, ¿quién quiere ser el primero?,
es una equivocación,
siempre es útil la sombra del predecesor
para cobijarse de la excesiva luz... o calor,
Sal al encuentro de semejantes
sin mirar procedencia, formas,
color, idiomas, o si son o no constantes.
Date, ábrete, ríe si quieres, abraza si sientes,
confiésate -si pecaste- al culpable de tu pecado,
pero ¡nunca a un confesor!
Y cuando llegue tu día final,
si eres consciente de ello,
dile a quien más te ame de los vivos:
-“Si ves al amanecer,
dile que no me espere”,
y después... ya te puedes ir al nunca jamás en paz,
porque nada debes en el mundo de los llamados ‘vivos’,
ya que la vida te la llevas contigo, porque lo demás...
Lanoche la recibió con un gélido abrazo. El termómetro no
marcaba ningún grado.
Asomada al balcón, lagasa de su blanco camisón ondeaba al
viento como una bandera de rendición.Nadie había para abrazarla, sólo sus
manos suaves se asíana sus brazos apretándose contra sí misma, abrazo escaso
para el desamparo de su alma.
Al otro lado de la calle un encorvado violonchelista acunaba la noche interpretando una melodía que enseguida reconoció, (era "Liebesleid" de Fritz Kreisler), en un recital cadencioso e intimo.
-¿Cuánto tiempo llevaba el músico allí?, se
preguntaba. Entonces el chelista levantó la cabeza y miró hacia el balcón -desde
donde ella le observaba- como respondiéndole: -“Muchos calendarios de un tiempo
perdido hasta este minuto en que usted en mí se fijó”... Después la sonrió.
Ella se estremeció...
¿Qué hacía allí el músico? Era tarde, la noche era fría, la
calle no estaba concurrida y por lo tanto no iba a recaudar ningún beneficio
económico, pero pensándolo bien... ¿por qué iba a necesitar un motivo? Quizás
simplemente sintió el impulso de compartir sus notas con el viento, o con
alguien que, como él, amara la música. Pero cuando falla el corazón, falla el
oído...
Sin duda, a ser feliz se aprende, y un punto de locura es el
primer síntoma para alcanzar el objetivo para encontrar un nuevo camino
prometedor, y el violonchelista callejero parecía haberlo hallado.
Ella ya no sentía frío aunque su largo y vaporoso camisón
blanco seguía ondeando en dirección del viento, ahora como bandera de meta y
libertad, abandonando de su corazón, el miedo y la rendición.
Le correspondió a su sonrisa con otra cómplice sonrisa.
Entró a por un cálido chal, se envolvió en él y bajó a la calle, la cruzó y se
sentó complacida junto al músico en el bordillo de la acera, mientras éste
seguía arrancándole bellas notas de lamento a su instrumento de cuerdas.
“Cuando estés muy triste, no pidas alegría a quien puede
dártela, pues al igual que se muere de inanición, una sobredosis también puede
matar. La alegría nace en ti si estás bien por dentro. Mírate, límpiate y
siente, pero para sentir es una condición sine qua non estar viva, sentir la
vida, ¡amar vivir!”
Una hora después, el hombre dio por concluido su recital.
Enfundó su violonchelo y haciéndole una cortés reverencia a la dama, se alejó
perdiéndose en la bruma de la noche bajo la mirada atenta de ella. Cuando el
músico llegó a su desvío y bajo la luz de la farola, se paró y giró levantando
su mano. Él sabía que ella aún permanecía donde la dejó... Ella, con el mismo
gesto le correspondió.
Ilusa mujer que soñó con una segunda oportunidad para nacer -
Autodidacta que utiliza la escritura y la pintura para completarse -
Defensora de causas perdidas (entre otros 'defectos') -
Fiel al corazón e infiel a la razón, que cambió el orden de los sustantivos en alguna equivocada ocasión -
Llena de nada de aquellos "todos", donde hubo muchos "cuándos" sin importar "dónde"...
- Muy agradecida a todos los que, al visitarme, me dediquen un instante de sus valiosas vidas para leerme y dejarme su impresión por escrito -