Por qué tuviste que ser tú
entre todos los que vi solícitos,
o de los que necesité ternuras, pasión y olvido,
lágrimas de consuelo y sueños,
siendo de ti mismo:
destierro, perro sin dueño,
muerte y funeral de tu propio entierro.
Por qué tú...
que siendo húmedo leño,
viniste a prenderte a mi hoguera,
donde ardiste y ardimos...
encendiendo, -de aquel año-, aquella primavera.
Tú, precisamente tú...
con los brazos de enredadera alzándose a los dioses
cada vez que nos tuvimos
como si fuera la vez primera.
Por qué tú...
entre todas las demás estrellas.
Lucero tardío que eclipsó a todas ellas.
Tú, espuma de furiosa ola
que se estrella día a día
contra su propio rompeolas,
el que construiste...
con lamidas rocas de tu orgullo
y hormigón de crueldad a deshoras.
Conseguiste que te pensara como no eres,
por eso yo te tenía en un trono
como rey coronado de laureles.
Pero hoy sólo tú, entre todos,
al pensarte, me entristeces:
por tus falsas promesas;
por los cielos grises de tus mañanas;
por los puños que tu ira injusta
descargó sobre mis esperanzas.
Y me entristece...
al recordarme juguete roto
en un tiempo en que me decías
que me amabas.
Sólo tú me entristeces,
caracola vacía donde ya...
ni el sonido del mar tienes
porque todo lo que tocas muere...
o lo enluteces.
Pero no, ¡no eres tú!,
es la melancolía de los compartidos días
lo que hace que, a mi pensamiento, regreses.
Ilusa mujer que soñó con una segunda oportunidad para nacer -
Autodidacta que utiliza la escritura y la pintura para completarse -
Defensora de causas perdidas (entre otros 'defectos') -
Fiel al corazón e infiel a la razón, que cambió el orden de los sustantivos en alguna equivocada ocasión -
Llena de nada de aquellos "todos", donde hubo muchos "cuándos" sin importar "dónde"...
- Muy agradecida a todos los que, al visitarme, me dediquen un instante de sus valiosas vidas para leerme y dejarme su impresión por escrito -