
“¡AYÚDAME!”
Ayúdame a sosegar este potro salvaje
que sin doma habita en mí y que inquieto
busca para su galope la pradera de tu alma.
Ayúdame a inventar una esperanza
que a la alameda gris de mis días desnudos
vistan de verde su triste semblanza.
Ayúdame a rescatar mis escasas ilusiones
de la pertinaz desidia que se hincó en mi alma
al perder la luz que la alumbraba.
Ayúdame a que no aumente mi amor por ti,
porque muero si no estás, y si contigo estoy...
muero un poco cuando te tienes que ir.
Geles Calderón
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