“PALABRAS MOLIDAS”
Atropellada por las voces del silencio, hoy, con pisadas mudas, consume de un apurado trago su escaso tiempo, y con el alma quebrada, rompe su calendario de primaveras pasadas.
Definitivamente, hoy deja de avanzar con sus manos de escurridas ansiedades, las manecillas de su reloj de cuerda rota, porque los ojos estacionados en el ayer... no dejan ver su presente con nitidez.
Ya no volverá a caminar por el sendero de piedra, musgo y cielo, de aquellos ojos. Por eso, acaricia su recuerdo por última vez, con hambre, con posesión, con deseo..., como si estuvieran tez con tez en un último intento.
Hoy tiró las muletas de la esperanza sobre las que se apoyaba, y calzó sus pies con suelas de olvido... y de sed.

Palabras molidas,
silencios crueles...
Piel que no pudo ser
nunca más de otras pieles.
Presente de oasis fingidos,
pasado de otros quereres...
Horas arrugadas
sin intensidad en sus quehaceres.
Demasiadas veces las palabras sólo sirven para no entenderse. Sólo son letras muertas en labios desesperados y, por lo tanto, ha decidido darlas un descanso... o muerte, lo que primero llegue.
-¿Para qué exhibirse más en los folios?, ¿para qué desangrarse más en ellos? ¡Demasiado dolor para conseguir un consuelo!, piensa.
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"La noche se va despeñando sobre el acantilado de sus sueños.
Ave fracturada de alas, que tras su surcar suicida entre azules y verdes, regresa con sus cansadas ganas al paciente gris que siempre se desplazó por debajo de su volar, mientras veía como a trompicones su ave batía las alas en cielo de otros brillos.
Entre tanto, colgado del amor que por ella sentía, el gris esperaba seguro de su regreso, para recoger las plumas caídas y sanar sus heridas, a la vez que dibujaba para ella de colorines su apagado tono, acolchando así su suelo para el reposo de aquel doloroso vuelo...
Ave que, en su interior, posee miles de pájaros inquietos.
Ave que quiso volar... ¡un vuelo incierto!"
Geles Calderón
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